Mi visita a la casa de mi vieja este fin de semana tuvo,
como ingrediente extra, la sorpresa de descubrir que
dos familias de OCUPAS se habían instalado en su propiedad,
y, como es de suponer, este tipo de situaciones
generan conflictos de lo más difíciles de resolver.
A escasos metros de su entrada una familia tipo:
padre, madre y dos pichoncitos
y, a escasos ocho metros de allí
una madre soltera con sus cuatro críos.
Obviamente, no se pueden echar a la calle, así como así,
a estas familias, pero debíamos resolver el problema de la convivencia.
Pongámoslo así:
Una madre gata hambrienta amamantando a sus cachorritos
recién nacidos
y
un nidito, en una maceta a 50 centímetros del suelo,
debajo de un frondoso lazo de amor
con un par de pichoncitos que
no han empezado siquiera a emplumar,
no parecían la mejor de las sociedades.
La solución encontrada puso de mal humor, por un rato,
a la mamá pajarita, que pió con toda su energía
hasta que comprendió que a pesar de la "jaula"
que habíamos implementado sobre su hogar,
podía alimentar a sus crías.
Porque por mucha carita de inocentes y amorosos que me pongan
los sigo viendo con mala cara.
Y si, soy así,
me pongo a favor del más débil, siempre,
aunque este equipo igual consiguió su plato de leche,
porque si tienen que contar con la madre los veo mal.
Nos vemos en unos días
Glo